¡Ya está aquí el verano!, y nuestras terrazas y jardines se han llenado de flores. Pero el calor no solo nos trae el color y el aroma de nuestra florescencia, sino la necesidad imperiosa de regar.
Hidratar nuestros espacios verdes puede convertirse en un suplicio cuando no hemos valorado de antemano aspectos como las necesidades particulares de cada ejemplar botánico o la compatibilidad de las labores de jardinería con otras prioridades personales.
Disponer de plantas en el interior de la vivienda, la terraza o el jardín debería suponer una fuente de paz y tranquilidad, pero en ocasiones nuestra inversión en tiempo y dinero se convierte en un deber incómodo y costoso. Para tratar de evitarlo hay tres claves que debemos contemplar:
1.- Antes de plantar asegúrate de elegir bien “el qué y el dónde”
Todo riego eficaz y ecológico comienza con el diseño de los espacios verdes. Si vivimos en una ciudad de clima atlántico seguro que elegir macizos de hortensias para alegrar nuestra pradera de césped será todo un acierto, sin embargo, decorar con buganvillas una terraza orientada al suroeste, en un clima continental, puede resultar un empeño difícil de mantener.
En el proyecto, la decoración también puede ser un importante aliado para hacer viables nuestros caprichos botánicos protegiendo nuestros ejemplares – disponer una empalizada de madera a modo de cortavientos o alfombrar la superficie del suelo con materiales ornamentales tales como cortezas de árbol o piedras de rio, son algunos ejemplos-.
De cualquier modo, elegir qué plantar y dónde hacerlo es el primer criterio a tener en cuenta si queremos rentabilizar nuestro riego.
2.- La hora adecuada
Cuándo la canícula se ha instalado sin remedio abrir la manguera es poco menos que un castigo para nuestras verdes amigas. Las plantas pueden parecer sedientas, pero preferirán esperar a que no haga calor para aprovechar adecuadamente el agua del riego.
Regar durante las horas centrales del día, cuando además muchas de las plantas estarán probablemente a pleno sol, es ineficaz y constituye un despilfarro de agua, puesto que, la mayor parte de ésta se evaporará.
No queda otra, para regar con criterios de eficiencia deberemos poner el reloj por la mañana temprano y/o a partir de última hora de la tarde. Cuánto más fresca esté la tierra de las macetas o el jardín mejor se absorberá el agua.
3.- Calidad vs cantidad
Por regla general -no debemos olvidar que las plantas tienen necesidades diferentes- es recomendable realizar riegos importantes durante los cuales el agua tenga oportunidad de llegar hasta las capas más profundas y, de ese modo, alimente las raíces de la planta.
Tenemos tendencia a valorar la necesidad de riego por lo que apreciamos en la superficie de la tierra – ésta se reseca rápidamente en los días de mucho calor y/o viento, sobre todo en las macetas y en los suelos en los que la tierra está demasiado suelta- y esto significa que regamos más de la cuenta, pero debemos saber que excedernos en el aporte de humedad resulta más dañino que quedarnos cortos y que sus consecuencias tienen peor solución.
Un exceso de agua puede representar el encharcamiento de las raíces y con ello la asfixia de nuestros verdes amigos, para evitarlo, deberemos asegurarnos que bajo esa primera capa sedienta la tierra efectivamente está seca y para ello podemos utilizar sensores de humedad o sencillamente ahondar en la tierra y comprobarlo manualmente.
Los riegos distanciados pero intensos son más recomendables que acostumbrar a las plantas a un poco de agua muy a menudo. Este proceder fomenta que las raíces crezcan en busca de la humedad natural de las capas más profundas del terreno y aprenden también a pasar sed para hacerse más resistentes. Además, cada gota de agua se aprovecha eficientemente!!!
Y si te decides por automatizar el riego:
- No olvides la meteorología y sus tormentas de verano. Instalar sensores de lluvia puede ahorrarnos regar de manera innecesaria.
- Opta por sistemas adaptados a las necesidades concretas de tus plantas. Existen diferentes emisores de riego que permiten regular el caudal de agua, su dirección o alcance (difusores, aspersores, goteros…).
Gracias por vuestra atención.
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